Fernando Fernández Font, SJ

Principal, Instituto Cultural Tampico

Antiguo Rector, Universidad Iberoamericana Puebla

"Lo primero que me viene al corazón al evocar la memoria del P. Nicolás es sentirlo como un hombre de Dios; su mirada traslúcida lo hacía presente. Y con Dios por delante, era fácil que nos contagiara de ese entusiasmo que, por más retos y desafíos que presentara el mundo al que buscaba servir, nos lanzaba a afrontarlos con absoluta confianza.


Lo segundo fue que, desde muy pronto de su generalato, marcó dos rumbos claros como desafíos para las Universidades jesuitas del mundo: no podemos dar el servicio que el mundo hoy nos reclama, si no trabajamos en redes, en total apertura y solidaridad entre las instituciones educativas de la Compañía de Jesús. No puede ser que seamos una de las transnacionales más importantes del mundo -si podemos hablar así- con todas las oportunidades que esto nos ofrece, y que, al mismo tiempo, estemos cada uno trabajando para nuestra propia institución. Romper “capillismos”, regionalismos, intereses egoístas centrados en la propia obra, fue su invitación permanente. Sin duda, es algo que mucho nos cuesta, pero que no podemos soslayar. Su invitación fue clara: estamos llamados a poner nuestros talentos al servicio de los demás; lo contrario destruye el dinamismo de solidaridad, constitutivo esencial de la misión apostólica de la Compañía de Jesús.


Lo cual también nos abre -según la otra insistencia del P. Nicolás- a que, si bien, no podemos evitar la globalización, lo que tenemos que hacer es saber que esa realidad es ambivalente y que no podemos confiarnos a ella, como si fuese el gran logro de la post-modernidad. Lo real es que este fenómeno mundial, “lo que ha globalizado es la pobreza y la superficialidad” -según afirmó-; y por ahí no hay camino. La “Globalización” se ha convertido en una de las ideologías más poderosas de control para la inmensa mayoría de los marginados. Por el contrario, el llamado permanente del P. Nicolás era a “globalizar la igualdad y la justicia”, al igual que nos invitaba a vivir en “la profundidad” imprescindible para analizar, comprender y ofrecer respuestas más pertinentes a los graves problemas de nuestro mundo.


Que su espíritu nos siga contagiando de amor por Dios nuestro Padre-Madre, por la Compañía y por la misión a la que hoy se nos sigue invitando."