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El 11 de marzo de 2020, recibimos el aviso de parte del Ministerio de Educación, de que teníamos que cerrar la universidad para los estudiantes, con el fin evitar la propagación de la pandemia causada por el Covid-19 en el país. Para ese entonces todavía no se había identificado ningún caso de contagio de coronavirus en el país, pero el presidente Nayib Bukele ya estaba tomando muchas medidas para evitar que el virus llegara a El Salvador. La decisión no fue una sorpresa, la esperábamos pero no tan pronto, apenas habíamos iniciado el curso académico tres días antes y no se reportaban casos de contagios. Nos habíamos preparado para esa posibilidad, para lo que a principios de marzo habíamos conformado un comité de crisis para elaborar un plan en caso de darse una situación de emergencia. Había que tomar las medidas necesarias para prevenir el contagio en la comunidad universitaria, y organizar la continuidad de nuestro trabajo académico y de proyección social, si se cerraba la universidad, como ya habían hecho en algunos países de europa. Gracias al trabajo del comité de crisis, y a la previa formación de los docentes de la UCA, en el uso de las plataformas LMS, el día 18 de marzo iniciaron nuevamente las clases en la modalidad virtual. Más difícil fue, cuando el sábado 21 de marzo en la noche, en cadena nacional de radio y televisión, el presidente Nayib Bukele, tomó la decisión de de implementar una cuarentena domiciliar obligatoria hasta el 21 de abril y que posteriormente se prolongó hasta el 15 de junio. Fueron tres meses muy difíciles, pues estábamos preparados para ofrecer los cursos en línea, pero no para administrar la universidad en línea. Tuvimos que hacer grandes esfuerzos, para modificar los sistemas informáticos y poder usarlos desde la casa. Pero algunas operaciones no pudieron hacerse en línea, y un grupo de compañeros y compañeras de trabajo tuvieron que seguir llegando a la UCA, con permisos especiales para movilizarse y así mantener tareas administrativas imprescindibles.

 

A la vez que nos adaptamos a esta nueva realidad impuesta por el coronavirus, la UCA siguió adelante con su misión de defensa de los derechos humanos, especialmente importante en esos meses, pues la decisión de internar en centros de cuarentena por 30 días a todos los que llegaban al país, incluyendo a los migrantes deportados, tuvieron como consecuencia graves violaciones a los derechos humanos. En esos centros de cuarentena se contagiaron varios de nuestros compatriotas, pues en ellos las condiciones no eran las adecuadas, se mezclaron personas sanas con personas contagiadas con el Sars-Cov-2, y algunas personas fallecieron por falta de la atención médica adecuada y oportuna. Para poder conocer mejor lo que pasaba en los centros de cuarentena, el Instituto de Opinión Pública de la UCA, hizo una encuesta entre los internos, por la que tuvimos información de primera mano, que se dejó evidencia de las importantes deficiencias de estos centros y de las diversas violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar en los mismos.

Especialmente importante ha sido el trabajo de la radio de la universidad, la YSUCA, que no ha cesado en ningún momento su labor informativa y formativa, adaptándose a las nuevas circunstancias, utilizando plataformas de videoconferencias para las entrevistas, y ofreciendo siempre la posibilidad de que la población cuente con una radio en la que pueda compartir  las dificultades que están pasando. En los primeros meses del confinamiento, la mayor preocupación, especialmente los pobres, fue la falta de alimentos. Pero a lo largo de todo este tiempo de pandemia el principal problema ha sido la falta de agua potable en miles de hogares. Lo mismo hizo el Centro de Audiovisuales de la UCA, que implementó pequeños programas informativos y los transmitió a través de su canal de youtube. El objetivo es mantener a la población informada y comunicar esperanza y tranquilidad, dado que la postura oficial gubernamental ha sido muy negativa, transmitiendo mensajes que han causado mucho temor e inseguridad en la población.

 

En el mes de mayo del año pasado, como dicen popularmente, “nos llovió sobre mojado” con la llegada al país de las tormentas Amanda y Cristobal, que causaron graves inundaciones en el país y dejaron a miles de hogares en la intemperie. La UCA promovió una campaña de solidaridad con los damnificados de estas tormentas, que tuvo una respuesta increíble. A pesar de la pandemia, la gente fue muy solidaria y con ello pudimos ayudar tanto a los compañeros y compañeras que habían sufrido daños en sus casas, como ayudar con ropa y comida, a las comunidades de La Chacra que fueron duramente golpeadas por el crecimiento del río Acelhuate. Ello fue una hermosa expresión de solidaridad y de fraternidad en medio de graves dificultades, que hablan muy bien de la generosidad de este pueblo.

 

Para estropear más las cosas, el Gobierno y la Asamblea Legislativa entraron en un conflicto permanente, incapaces de dialogar y ponerse de acuerdo en beneficio de la población. Mientras el gobierno aplicaba medidas en las que violaba la Constitución y aprovechaba la crisis sanitaria para reforzar su control, la Asamblea trataba de legislar para la protección de los trabajadores de la salud, garantizar los derechos humanos de la población, exigir al gobierno cuentas sobre el destino de los recursos extraordinarios solicitados por el ejecutivo para hacer frente a la pandemia. En medio de este conflicto, la Asamblea Legislativa eligió a 5 organizaciones de la sociedad civil, entre ellas a la UCA, para conformar junto a miembros del gobierno, una directiva que debía proponer en qué se iban a invertir dos mil millones de dólares que la Asamblea le aprobó al gobierno para hacer frente a la crisis. Después de dos meses de intentar hacer el trabajo, el grupo de las cinco organizaciones presentamos la renuncia a ser parte de esa directiva, dado que el gobierno seguía tomando decisiones por su cuenta y se negó a dar información a la junta directiva de la que formabamos parte.

 

La crisis sanitaria ha tenido como consecuencia una crisis económica en la que se han perdido cerca de 80 mil empleos, y han resultado muy afectados miles de trabajadores por cuenta propia. A pesar de ello, la gente sigue adelante y cumple con sus deberes ciudadnos. El 28 de febrero salió a votar para elegir a alcaldes y diputados. La elección favoreció mayoritariamente al partido Nuevas Ideas, el partido de Nayib Bukele, que ahora tiene un tremendo poder en el país, pues controla el poder ejecutivo, el legislativo y más de la mitad de los municipios. Vemos mucho peligro en la acumulación de tanto poder, pues la falta de transparencia y las actitudes totalitarias son demasiado comunes, tanto en el presidente como en su partido, por lo que como universidad deberemos seguir atentos para continuar trabajando en la defensa de la democracia, la libertad de expresión y luchar contra de la corrupción.