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José Alberto “Chepe” Idiaquez, S.J, president of the University of Central America, received an honorary degree from Seattle U presented by President Stephen Sundborg, SJ, and Provost Shane Martin.

 

"NUESTRO AGRADECIMIENTO A IAJU POR SU

APOYO EN ESTOS MOMENTOS DIFICILES

QUE VIVE LA UCA Y NICARAGUA"

 
- José A. Idiáquez, S.J., Rector of Universidad Centro Americana, Nicaragua.

 

En los últimos dos años Nicaragua ha estado sumergida en una crisis social, económica y política que se ha cobrado muchas vidas hasta la fecha y ha dejado a muchos otros con esperanzas.

En este contexto, la Universidad Centro Americana (UCA) y sus estudiantes, han sufrido la represión del gobierno y de los militares. Esta represión ha puesto en riesgo la vida de la UCA como universidad, la vida del rector, que ha sido blanco de amenazas de muerte, y ha terminado con la vida de muchos estudiantes. Sin embargo, la universidad se opone a la opresión en defensa de la verdad y la justicia para el pueblo de Nicaragua.

Durante la Asamblea Constituyente de la IAJU (Asamblea de Deusto), toda la red de instituciones de educación superior de la Compañía de Jesús, a través de esta nueva asociación, hizo su primera declaración oficial de solidaridad con el pueblo de Nicaragua y la UCA.

Desde entonces, las instituciones jesuitas de educación superior han mostrado su solidaridad y generosidad apoyando a su universidad hermana en Nicaragua de diferentes maneras, vea aquí algunos ejemplos: 

        - Apoyo a los estudiantes a nivel internacional: Las universidades jesuitas han patrocinado y acogido a muchos estudiantes de la UCA en sus campus y países.

        - Becas: Diferentes asociaciones regionales (AUSJAL, UNIJES, AJCU, provincias jesuitas y más) han recaudado más de 100.000 dólares para apoyar el programa de becas.

        - Declaraciones institucionales y regionales de solidaridad

        - Presencia de la UCA en canales de comunicación nacionales e internacionales (Radio, TV y prensa).

Además, el domingo 16 de junio, el P. Chepe, S.J. recibió un título honorífico de la Universidad de Seattle en reconocimiento a su trabajo como becario, su compromiso y coraje para defender a los que sufren persecución y su trabajo como agente de paz. 

Hoy estamos muy agradecidos por el tiempo que ha dedicado a nuestra entrevista. Aquí os ofrecemos una entrevista del P. Chepe, S.J. donde habla de la situación del país y de la UCA y de cómo se ha sentido la solidaridad, la generosidad y el compromiso de la red de instituciones jesuitas de educación superior en los últimos años.

 

 

Entrevista al Rev. José Alberto "Chepe" Idiaquez, S.J., presidente de la Universidad de Centroamérica (UCA). 16/06/2019

 

¿Cómo se ha desarrollado la situación en el país durante los últimos dos años?

La juventud universitaria fue la primera que despertó en abril. La siguió la juventud en general. A la juventud la siguió la mayoría de la población. Fueron jóvenes estudiantes quienes despertaron a un país. “¡Eran estudiantes, no eran delincuentes!” fue la primera consigna que se coreó en las calles. Hasta hoy, vivimos en una situación de terror e inseguridad. 

Los antecedentes inmediatos a la rebelión de abril fueron dos: ambos ligados a la conciencia de la juventud millennial de Nicaragua. En marzo, la vicepresidenta, Rosario Murillo, anunció que las redes sociales eran nocivas y que se dictarían leyes para regularlas. Y a inicios de abril 2018, una amplia extensión de la reserva biológica Indio-Maíz, al sureste de Nicaragua, fronteriza con Costa Rica, empezó a ser consumida por un incendio incontrolable. La juventud ambientalista del país se manifestó en la UCA exigiendo del gobierno respuestas más decididas y urgentes, que nunca llegaron. 

Cuando lo que llegó fue un diluvio, que sofocó el incendio, el 16 de abril Ortega dio luz verde a una reforma a la seguridad social -en bancarrota por malos manejos del gobierno-, que entre otras medidas reducía las pensiones de las personas de la tercera edad. 

El 18 de abril las protestas por la reforma a la seguridad social fueron reprimidas con extrema violencia, como ya era habitual, por “fuerzas de choque” del gobierno, miembros de la Juventud Sandinista y “motorizados”. Lo diferente en esta ocasión fue que al día siguiente, 19 de abril, hubo más jóvenes protestando en León, Managua, Masaya y otros puntos del país. Eran jóvenes defendiendo a sus abuelos y abuelas, a los ancianos que verían reducidas sus pensiones. Estudiantes de varias universidades del país protestaban en las calles. Y comenzaba a unírseles la población. 

Ese día se hizo visible el rechazo generalizado de gran parte de la población nicaragüense ante los agravios, injusticias y abusos del régimen. El rechazo se había ido acumulando a lo largo de una década. Y por fin estalló. Fue un despertar, una “insurrección de la conciencia”. 

La respuesta del gobierno ante las protestas, que no pararon de crecer desde ese día en las principales ciudades del país, y en buena parte de municipios más rurales, fue una represión desproporcionada. “Vamos con todo” fue la orden que dio Murillo el 19 de abril a los secretarios políticos de todo el país. “Todo” significaba cualquier medio, por criminal que fuera, con tal de sofocar la rebelión. 

En Nicaragua matar universitarios significa matar el sueño de las familias pobres. Tener un hijo o una hija universitaria es la ilusión más acariciada por los pobres. Para lograrlo ahorran, se empeñan, se esfuerzan. Esto es fundamental para entender el repudio que provocó que el régimen disparara contra universitarios. “Todo te dejamos pasar, pero jamás hubieras tocado a nuestros chavalos” decía una cartulina que llevaba en sus manos una mujer en la primera marcha que hubo en Managua. Desde ese cartón le hablaba a Daniel Ortega. Todo -las instituciones controladas, los fraudes electorales, la corrupción generalizada-, todo se lo dejaron pasar, pero no que matara a los chavalos, a los jóvenes universitarios. Hasta hoy, la represión no se ha detenido, a pesar de la liberación de varios presos políticos entre campesinos, estudiantes y periodistas. Todavía faltan algunos.

 

¿Cómo ha afectado la situación del país al funcionamiento y la misión de la UCA? 

Las universidades de Nicaragua sufrieron el impacto directo de la represión contra los estudiantes. Sus campus fueron atacados por fuerzas policiales y paramilitares interesadas en reprimir las protestas estudiantiles al costo que fuera. El objetivo era retirar de los campus a los estudiantes que se habían atrincherado en los mismos, defendiendo sus universidades como espacios de lucha. 

La Universidad Centroamericana no fue tomada por estudiantes pero sí recibió un ataque a su portón principal y fue refugio de la población atacada en la marcha del día de las madres, en la que aproximadamente dos horas fueron asesinadas 21 personas. En días posteriores fueron encontradas balas que habían impactado en distintas áreas del campus. 

Como resultado del ambiente hostil que reinaba en contra, sobre todo, de los universitarios, nuestro campus fue cerrado por motivos de seguridad. Las actividades académicas fueron interrumpidas y luego retomadas al final del año solamente en modalidad virtual. 

En la UCA, la situación vivida no nos hizo desistir de nuestra labor educativa. El impacto del “vamos con todo” no ha sido el deseado por el gobierno represor. Al contrario, los sucesos de abril refuerzan el compromiso que tenemos con nuestro modelo educativo y nuestra misión universitaria. 

Actualmente, mientras en las universidades estatales muchos estudiantes han sido expulsados o sus expedientes borrados por haber participado en las protestas, en la UCA la población estudiantil sabe que existe libertad de expresión y libertad de opinión. Mientras los estudiantes de las universidades estatales callan por miedo a represalias, dentro del campus de la UCA, los estudiantes se sienten seguros a pesar de que todos los días nuestra universidad está rodeada por alrededor de 100 a 150 policías y paramilitares que asedian e intimidan a nuestros estudiantes y trabajadores. Las amenazas telefónicas de muerte al rector continúan y es acusado de apoyar a la población estudiantil de la UCA a continuar con las protestas. 

No solo estamos siendo intimidados militarmente, también en lo económico con el recorte del dinero para becas y a nivel jurídico, porque el Ministerio de Gobernación no nos quiere dar el permiso para funcionar como universidad. Sin ese permiso los Bancos no podrán pagar a nuestros empleados y la UCA no podrá realizar otro tipo de trámites financieros. Sin ese permiso, sufriríamos un cierre técnico de la Universidad. Estamos trabajando con nuestros abogados para obtener ese documento “legal”.  Sabemos que detrás de ese obstáculo está la mano del gobierno Ortega-Murillo.

 

La declaración de solidaridad de IAJU se vivió con mucha profundidad, autenticidad, esperanza y apoyo de toda la red ¿Llegó parte de este espíritu a la UCA?

Sin duda, la declaración de solidaridad de IAJU se vivió con mucha esperanza y agradecimiento. Fue un excelente apoyo en un momento en que la UCA estaba siendo atacada fuertemente y muchos estudiantes estaban siendo asesinados y torturados brutalmente. Sentimos que no estábamos solos y también el gobierno recibió el mensaje que la UCA es una institución que va más allá de las fronteras de Nicaragua. Como institución educativa, la UCA, en sintonía con la red IAJU, emplea sus recursos humanos y técnicos para que las mayorías excluidas de este mundo globalizado, y de nuestra Nicaragua, superen la exclusión y transformen sus vidas.Buscamos que toda la comunidad universitaria y nuestros estudiantes estén en contacto directo con los y las nicaragüenses más empobrecidas, con nuestros compatriotas menos favorecidos.

La Universidad debe garantizar una buena preparación académica. Eso significa una excelente formación, un bagaje de conocimientos, de contenidos, de habilidades investigativas y de destrezas que sean útiles a nuestros estudiantes en los desafíos que les esperan en su vida profesional. Pero si esa calidad académica no tiene en cuenta a quienes causan el sufrimiento humano, si no tiene en cuenta todo lo que ocasiona sufrimiento a la condición humana, no estará respondiendo al proyecto educativo que Ignacio de Loyola y los primeros jesuitas nos trazaron. 

Cuando se investigan los presupuestos destinados a la educación y, aún más importante, cuando observamos la cultura que se expresa en las aulas a través de valores, símbolos y discursos, la escuela y la Universidad aparecen como espacios en que se perpetúa la estratificación social basada en la discriminación entre clases sociales, entre etnias, entre hombres y mujeres. 

Un auténtico desarrollo humano es el que reconoce y respeta la diversidad cultural, histórica y de género como valores fundamentales para construir una sociedad mejor. Un auténtico desarrollo humano no olvida el valor del medioambiente y reconoce y respeta la riqueza social, productiva y étnica de todos los rincones de la geografía nicaragüense.

La educación universitaria no puede reducirse a transmitir competencias técnicas. Exige identificar a nuestros estudiantes con valores que deben asumir: espíritu crítico, disposición al diálogo, curiosidad por investigar y por leer, disciplina, rechazo a actitudes sectarias, colaboración con los demás, tolerancia, respeto a las diferencias, aceptación de las diversas creencias religiosas y simpatías políticas, sentido del compromiso… Estos valores parecen pasados de moda en la actual cultura, donde todo es efímero. 

La UCA está obligada a estar presente en el campo marginado, en las zonas urbanas empobrecidas, apoyando a las cooperativas, capacitando a los pescadores, acompañando a los migrantes y a sus familias, luchando a la par de tantas mujeres que sacan adelante a sus familias, atendiendo sicológicamente a quienes no tienen posibilidad de pagar un servicio privado, colaborando en la legalización de las propiedades de los más pobres, contribuyendo a la defensa del medioambiente… Cuando nuestros estudiantes se encuentren con todas estas realidades, sus investigaciones ya no serán puros datos estadísticos, números, variables, tablas y cuadros. 

 

Tras la declaración de la IAJU ¿Cómo ha sentido la UCA como Institución el apoyo de la red global de universidades jesuitas y asociaciones regionales? Ayudado/Apoyado como persona y rector mantener el coraje, la fe y la determinación para afrontar una situación tan dramática?

En el papel que nuestros estudiantes asumieron en la rebelión de abril vemos los frutos de nuestro trabajo educativo. Nos llena de satisfacción escuchar a nuestros estudiantes formular sus protestas, denunciar injusticias y proponer soluciones.

Pero nuestro compromiso seguirá con el corazón y la mente inspirados en “TODO AMAR Y SERVIR”. La red global de universidades jesuitas y asociaciones regionales da confianza a nuestro trabajo porque sabemos que no estamos solos. Tenemos compañeros/as de misión, instituciones de diferentes regiones que nos acompañan y apoyan. Como jesuita y rector de la UCA me siento agradecido y apoyado por IAJU para seguir en la lucha por “el servicio de la Fe y la Promoción de la Justicia”.  Desde la Universidad tenemos aún mucho por hacer. Desde el quehacer académico, nuestra Universidad busca el poder que tiene la verdad para así seguir dando nuestro aporte a las transformaciones que necesita Nicaragua. Y como lo que caracteriza a la Universidad y al mundo universitario es ser el espacio en donde convive la diversidad de credos y de pensamientos, creemos que es acoger y respetar toda esa diversidad la que va a potenciar nuestro quehacer docente, nuestras investigaciones y todas nuestras tareas de proyección social.    

Una Universidad no puede ser neutral, no puede permanecer impasible ante la dolorosa realidad. Queremos construir una comunidad en diálogo fecundo, preguntándonos siempre con libertad para qué trabajamos y al servicio de quiénes trabajamos. Bien lo sabía nuestro hermano Ignacio Ellacuría. En su último discurso, pronunciado diez días antes de ser asesinado en el campus de la Universidad Centroamericana de El Salvador, afirmaba:   

 

“Suele decirse que la Universidad debe de ser imparcial. Nosotros creemos que no. La Universidad debe pretender ser libre y objetiva, pero la objetividad y la libertad pueden exigir ser parciales. Y nosotros somos libremente parciales a favor de las mayorías populares, porque son injustamente oprimidas y porque en ellas, negativa y positivamente, está la verdad de la realidad”.

 

Finalmente, ¿cuál es el principal reto de una universidad de cara al sufrimiento humano? 

Una universidad tiene sentido siempre y cuando por sus portones y por sus ventanas entre el sufrimiento humano pues no compartimos nuestras aulas con robots. Debemos sensibilizar a nuestros estudiantes, en cualquiera de sus materias, para que comprendan que el sufrimiento humano es parte del desafío académico. Si no logramos ese compromiso ético de sentir como propio el dolor ajeno, no estamos haciendo academia, no estamos haciendo investigación y no nos estamos proyectando socialmente como universidad. 

La situación de muerte e incertidumbre que se vive en el mundo exige que nuestro trabajo en la docencia y la investigación tenga como fin último dar nuestro aporte en esa lucha por evitar el sufrimiento del justo y asegurar la búsqueda de la verdad.